jueves, marzo 18, 2010

Diálogos

Los encuentros siguieron un tiempo largo. Largo: es decir que no sé cuánto pero sé que es más de lo que hubiera querido. Me esperaba en la esquina con un cigarrillo que temblaba entre su mano y su boca, mirando para otro lado, sacudiéndo la cabeza para relojear a las chicas que pasaban un segundo después de que empezaran a darle la espalda. Cobarde. Sólo llevaba forros porque no quería escuchar mis gritos de escándalo, de no te importo, sos un inconciente. Tenía los labios gruesos y la barba apenas crecida. Siempre desprolijo, siempre con un dejo de estar viviendo diez años atrás.

Lo veía desde el taxi y no me creía a mí misma. Le pedía al taxista que me dejara a mitad de cuadra, para que no sospeche, no, cómo yo, una señora fina, elegante, de su casa, iba a bajarme en esa esquina para ir a él sabe qué lugar que queda ahí cerca. No, no. Ahí, a media cuadra, voy a ver a un cliente, qué barrio este, eh.

Estoy en la habitación. Lo beso una vez, otra, interminable. Lo acaricio. Como un volcán, explota: le digo que lo quiero, que no me deje, que lo necesito. Rebota su dedo en mi nariz. Sonríe, gira la cabeza, clava los ojos en la pared unos segundos. Se levanta y se viste. En silencio. Todavía no sonó el teléfono. Todavía queda tiempo. ¿Qué hace? ¿Se quiere ir? Lo miro. Me prohibo pensar y lo miro. Levanta mi camisa del piso.

¿Nos vamos?

jueves, diciembre 03, 2009

Lost in translation

La fidelidad es a uno mismo. Ok. ¿Pero quién carajo es uno mismo? ¿Cómo y cuándo dejo de escaparme de mí? ¿Cuál de todas las máscaras soy?

El hombre deseado tiene el poder de descifrarnos, de decodificarnos.

Ahí está la falla: la respuesta está en otros. La infidelidad se hace con otros. A uno, pero con otros. ¿Por qué aún sin el traicionado sigue la traición?




P.D.: Si se detiene es por esto.

lunes, octubre 19, 2009

La tercera vía

Escuché que la fidelidad es una cuestión de moral, pacata, una convención.

¿Será así?

Desde chica me obsesionó la idea de las relaciones abiertas, como la de Simone de Beauvoir y Sartre. Vos allá y yo acá, el viernes con otra y el sábado conmigo, mi amante y mi amor. Juntos y libres.

Sería ideal, ¿no? La seguridad y la calidez que dan los años con el entusiasmo y vértigo de las nuevas aventuras. Todo está permitido. No strings attached. Aire, espacio, levedad.

El paraíso, eso sí, si no existieran los celos, la paranoia y las enfermedades de transmición sexual. Entonces, uno queda clavado en el medio: soportar las tentaciones y sucumbir a la costumbre de una pareja o quedarse libre, sin amor, calidez ni ninguna esas cosas que el muy sabio zorro le enseña al Principito.

O ser infiel. A mí no me gusta cortarme las alas. La auto-limitación es la peor de las vergüenzas. En la vida hay que abrir puertas y sacarse de la mochila un par de pesas que vos no pusiste ahí. Las cosas son más simples de las que nos hacen creer.

O por lo menos es lo que aprendí hasta ahora.

martes, octubre 06, 2009

Femme Fatale

Hay un instante en el que uno toma las riendas de su vida. La seguridad sale, no sé de dónde, y uno se para derecho y firme ante cualquier viento huracanado. Son segundos, inesperados, que llegan como un regalo de aquello todavía genuino que cultivamos en lo más profundo.

Entonces uno está en la gloria. Puede contra todo. Pero no quiero ser grandilocuente: esto pasa en las situaciones más simples, en lo cotidiano. Frente a un examen, un colectivero enojado o un jefe abusivo. Son gestos mínimos que nos revelan que adentro nuestro yace escondido un mar de valentía y que, simplemente, dejamos salir un pedacito de esa inmensidad.

Ayer volví a estar sola o conmigo sin otro. Me siento fuerte. Poderosa. Capaz.

Ahora no puedo más que engañarme a mí misma.

lunes, septiembre 28, 2009

Duda

¿Cuándo se termina una relación? ¿Cuándo se acaba el amor?


Si alguien puede, alguna vez, delimitar ese instante... oh, qué eficacia!


El resto, vacilamos en el desconcierto del desamor, que ya se instaló cuando no nos dimos cuenta.

viernes, septiembre 25, 2009

La vida está en otra parte

Eso que leés ahí arriba, más arriba, ese título en mayúsculas, no soy yo. El mundo ignora todo lo que hay detrás de una mujer infiel. Los dilemas éticos, el vacío existencial, el coraje, la vergüenza, la cobardía. Una persona que engaña es mucho más que sexo con alguien que no debe.

Ante todo, está la duda mayor: ¿Quién es el damnificado? ¿A quién se le es infiel? Porque, no seamos tontos, la víctima no es "la pareja". Al único que se puede traicionar, siempre, es a uno mismo.

Y no porque "tementísavosmisma" como dice con voz finita y acelerada Anita, la compañera frígida del gimnasio a la que la bici la complace más que el marido. La (auto, inevitablemente auto) traición nos condena a la vacilación. A estar con un pie acá y el otro allá. A no estar, a fin de cuentas.

"La vida está en otra parte", sentencia atemorizante el título de Kundera. El amor no está en el telo. No está en casa. Ni en la cena. Ni en los gemidos. No estoy.

miércoles, septiembre 09, 2009

La manzana

Cuando coger está prohibido es mucho más divertido. Todo tiene una pizca de acción, de verguenza, de rebeldía que, aunque el sexo en sí sea malísimo, siempre atrapa.

Primero el silencio. Las risas. La complicidad secreta. Al principio es incómodo, sí. No sabés qué piensa él de vos -si te cree una puta o una necesitada, si te piensa garchar un día y ya, o si tiene planeado llevarte al cine y que abandones a tu pareja para que te cases con él y conozcas a la mamá- ni tampoco tenés muy en claro quién es él. Todo es misterio.

Los amantes siempre son hombres ideales, que están ahí para tener la perfecta relación que dura unas poquitas horas. Porque sabemos que si el horario se extiende, si los encuentros se transforman en citas y las citas en rutina, es imposible que ese hombre nos siga atrayendo.

El problema es que uno, cuando engaña, siempre está solo. Si ambos son infieles, entonces hay dos personas en un cuarto, cada uno con su faena, metiéndoles los cuernos a otro par que está afuera. No hay vínculo. Esas películas donde el amante aparece como el confidente, el amor platónico y la unión que jamás tuviste, por lo menos a mí no me pasó -y ya tuve unos cuantos para testear-. Sólo hay conexión en el sexo, en la acción pura. Coger se transforma en algo apasionado, brutal, ansioso. Lo que ya no tenías. Dos cuerpos tratando de salir de su desesperación.

Encontrás, otra vez, el placer. Y como si fuera poco, cuando volvés a casa tenés la comodidad y el cariño esperándote.

Parece el combo perfecto, pero no...