viernes, septiembre 04, 2009

Abrir la boca

Primero la culpa. Yo no debo. Yo no puedo. Todavía estoy ahí.

La primera vez que le fui infiel fue hace dos meses. La idea de engañarlo me daba vueltas en la cabeza hacía un montón. Había deseado tanto, de tantas formas. Me gustaban todos: los del trabajo, los de la facultad, los del colectivo. Ardía. Me imaginaba cómo podría ser. Pensaba que si fantaseaba los antojos se iban a quedar ahí, quietos, sin salir ni meterme en los líos donde estoy ahora.

Engañar no es difícil. Es igual que cuando estuviste por primera vez con tu novio, pero con otro. Estás en el pasillo de la oficina y ese tipo al que le histeriqueaste por lo bajo se te queda hablando. Te pregunta cómo va el trabajo, si tu jefe es mala onda y te cuenta de una fiesta que hay el viernes a la noche. Te dice que vayas, que va a estar buena. No te pregunta por tu novio. No es tonto. Sabe que lo tenés, que lo mencionas cada tanto para que no se olviden y para aclararles indirectamente que con vos no-se-puede. Pero no lo nombra.

Vas a la fiesta. Obvio. Arreglás con tus amigas, a las que no ves hace siete semanas porque tu relación te consume cada segundo de tu vida. A él le decís que salís "con las chicas". No se enoja, hace otros planes. Comprás una remera. Te maquillás. Te perfumas. Vas. Tomás. Mucho. Él está ahí. Pasa. Te sentís viva, deseada.

Después, la culpa. Y la muerte.





¿Para qué un blog?

La palabra sana. O eso espero.

3 comentarios:

  1. la palabra no sana.
    lo que sana es el tiempo que uno tarda en escribirla.

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  2. La palabra que sana

    Esperando a que un mundo sea desenterrado por el lenguaje, alguien canta el
    lugar en que se forma el silencio. Luego comprobará que no porque se muestre
    furioso existe el mar, ni tampoco el mundo. Por eso cada palabra dice lo que
    dice y además más y otra cosa.

    Alejandra Pizarnik

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  3. lo anterior lo había dicho solo para sacarte de la modorra.

    claro que sana.

    pizarnik me gusta así, ocasional. como algunas otras mujeres.

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